Llega marzo e inicia la temporada de anticiclónes en la región
Inicia el mes de marzo y con él llega la primavera meteorológica a nuestra región, y en particular para la zona de la península de Yucatán, sureste del país y Centroamérica, es cuando climatológicamente da inicio la temporada de anticiclones. Esto en consecuencia trae consigo las primeras ondas cálidas del año y una disminución natural en las lluvias, debido a la influencia de estos sistemas.
Después de un máximo de actividad de frentes fríos desde diciembre a febrero, gradualmente los patrones de circulación atmosféricos comienzan a cambiar, y se empiezan a presentar los primeros anticiclones de bloqueo y larga duración en la zona. Estadísticamente estos anticiclones inician su aparición en marzo, alcanzando una mayor intensidad en los meses de abril y parte del mes de mayo, para que desde el mes de junio, el patrón tenga de nuevo un cambio hacia la temporada de lluvias.
Un anticiclón es una extensa circulación de vientos que pueden incluso tener el tamaño de casi toda la República Mexicana y parte de Centroamérica, y se caracteriza por tener una rotación a favor de las manecillas del reloj. Específicamente este tipo de anticiclones se reflejan en niveles medios de la troposfera, es decir, aproximadamente a 5000 m de altura . Están cargados de aire más denso y estable que se distribuye sobre grandes extensiones, y provoca efectos de subsidencia; es decir, descenso de aire que a su vez, favorece tiempo estable.
La subsidencia evita un desarrollo vertical significativo de las nubes, lo cual inhibe las precipitaciones a gran escala. Por ende, se presentan más horas de sol y se manifiestan vientos cálidos que hacen ascender las temperaturas de manera significativa. Estas circulaciónes anticiclónicas tienen un movimiento sobre el centro y sur del país, con desplazamientos temporales hacia el Caribe y Centroamérica. Al ser aire más denso se mueven muy lentamente, por lo que pueden llegar a influenciar sobre una región en un lapso de tiempo de hasta 10 días o más, dando origen a prolongadas ondas cálidas.
Los anticiclones y su influencia en la climatología regional.
Una anticiclón puede presentarse cualquier época del año, pero son más frecuentes y poderosos al final del invierno, y en el transcurso de la primavera. Debido a que su presencia es más común en las épocas mencionadas, por lo general las lluvias disminuyen de manera natural desde los meses de febrero, marzo, abril y mayo, lo que también trae el periodo más caluroso del año, con temperaturas que supera los 40 °C. Cuándo este periodo del año llega y las lluvias de finales del año anterior o la temporada de lluvias anterior fueron muy bajas, los anticiclones pueden generar aparición de sequías y afectaciones en el campo, pero si las lluvias previas a su aparición son regulares o se comportaron más activas de lo normal, simplemente es una disminución temporal de las precipitaciones que no tienen impacto significativo.
Riesgos en esta temporada de anticiclones
Con el establecimiento prolongado de los anticiclones se presentan muchos días seguidos sin lluvia y con temperaturas extremadamente calurosas. Además, en muchas ocasiones se manifiestan gradientes presión que dan origen a eventos de “Surada”. Entonces, la combinación de calor extremo, ambiente seco y viento fuerte incrementa significativamente el riesgo de incendios, y es por eso que desde esta época del año autoridades y productores comienzan a tomar medidas debido a que también inicia la temporada de incendios en la zona.
En lo que se refiere a las costas, las “suradas “pueden llegar a alcanzar vientos superiores a los 50 km/h, convirtiéndose de igual manera en una riesgo. Es importante aclarar que, aunque los anticiclones tienen un mayor dominio, en el periodo de marzo a mayo, todavía se presentan algunos frentes fríos que generan lluvias y eventos de norte, aunque con menor intensidad y frecuencia. De igual manera, dependiendo de las condiciones y patrones atmosféricos, en ocasiones en esta época del año los anticiclones no tienen tanta fuerza, y las primaveras resultan atípicamente húmedas y lluviosas, engendrandose potentes tormentas. granizadas y turbonadas.